10º Aniversario del fallecimiento del camarada Kim Jong Il

El Dirigente Kim Jong Il fue un patriota sin par y padre afectuoso del pueblo que siempre condujo a la victoria la revolución coreana con la idea y teoría profundas y mediante la dirección extraordinaria, y adornó toda la trayectoria de lucha revolucionaria con el noble amor y la abnegación a la patria y el pueblo.

Sin descansar debidamente durante decenas de años, desde que emprendió el camino de la revolución hasta el último período de su vida, dedicó todo su ser en bien de la patria y el pueblo.

A finales del siglo XX, frente al derrumbamiento del sistema socialista en el mundo y después del fallecimiento del Presidente Kim Il Sung, Líder paternal de la nación coreana, en 1994, Estados Unidos se empeñó con frenesí en estrangular a Corea intensificando más que nunca la ofensiva militar y a la vez ejerciendo de modo tenaz presiones sobre todos los dominios político, económico, ideo-cultural y diplomático. Para colmo de males, las sucesivas catastróficas calamidades naturales le causaron a Corea la escasez de alimentos, combustibles y energías, por lo cual su población se vio obligada a emprender la Marcha Penosa y la forzada.

Dado que se debía construir el socialismo en medio de la amenaza militar y el asedio por parte del imperialismo, el camarada Kim Jong Il tomó la política de Songun como la principal modalidad política. Definió al Ejército Popular como fuerza medular de la revolución e hizo que el ejército, siendo el ejemplar en todas las labores, abriera brecha para la construcción de la economía socialista.

Los militares, aun en condiciones difíciles, levantando en alto las consignas “¡Encarguémonos tanto de la defensa de la patria como de la construcción socialista!” y “¡Si el Partido decide, lo cumplimos!”, lograron ascensos en la edificación de grandes monumentos como principales centrales hidráulicas y el acondicionamiento de tierra cultivable, mientras se encargaron de importantes sectores de la economía nacional en aras de la prosperidad de la patria y el bienestar del pueblo.

Kim Jong Il denominó el espíritu que se creó y manifestaba ampliamente en el seno del Ejército Popular como el espíritu revolucionario del militar e hizo que todos los sectores y unidades lo asimilaran con el fin de superar las situaciones difíciles con la fuerza mancomunada de los civiles y militares y traer grandes auges en la revolución y su construcción.

El pueblo coreano, con la consigna enhiesta “¡Aunque el camino es duro, vamos sonriendo!” venció obstáculos y penas. En virtud del enérgico movimiento masivo por satisfacer la apremiante demanda de la electricidad, se levantaron muchas centrales de grande, mediano y pequeño tamaños. En la agricultura, en fiel acato a las orientaciones del Partido sobre las revoluciones en la semilla y el cultivo de papas y sobre la doble cosecha al año produjeron nuevos ascensos. A lo largo y ancho del país las tierras mínimas, herencias de la sociedad feudal, se convirtieron en grandes parcelas estandarizadas y se consumó la construcción de diversos canales de riego por gravedad, perfeccionando así en más alto nivel la irrigación en el campo. Se crearon muchas granjas ganaderas, piscifactorías y plantas avícolas equipadas con las técnicas de punta. Además se promovió activamente la modernización en la industria siderúrgica y acería, y en todas partes del país se construyeron y renovaron a base de los adelantos técnicos numerosas fábricas de alimentos básicos y otras de industria ligera. Los jóvenes, al construir la Carretera Juventud Héroe (Pyongyang-Nampho) de 40 kilómetros, demostraron su temperamento heroico. Los científicos y técnicos lograron relevantes éxitos en la ciencia básica, la de vitalidad, la informática y otros dominios y con los éxitos en el lanzamiento de satélites y pruebas nucleares pusieron de pleno manifiesto ante el mundo el poderío de la Corea de Juche.

La política de Songun hizo posible preparar un sólido cimiento para lograr la reintegración nacional de forma independiente y pacífica. Al concederse la primacía en reforzar el poderío militar del país, se frustraron a cada paso los intentos de Estados Unidos y las fuerzas belicistas surcoreanas por provocar una nueva guerra en la Península Coreana, y se aseguraron la paz y la estabilidad en esta región. Entre tanto, en junio de 2000 se celebró el Encuentro Cumbre Norte-Sur, primer evento de su especie en la historia de división nacional, y se dio a luz la Declaración Conjunta Norte-Sur del 15 de Junio, un jalón para la reunificación de Corea. De seguida, se abrió una emocionante época denominada con la referida fecha, en que el Norte y el Sur que llevaban relaciones de enemistad y confrontación por más de medio siglo aspiraran a la cohesión y reunificación estrechándose las manos bajo el lema de Entre nosotros, los connacionales, y tuvo lugar en 2007 otro encuentro cumbre Norte-Sur dando lugar a la adaptación de la Declaración del 4 de Octubre, una plataforma práctica de la Declaración Conjunta del 15 de Junio.

Uno de los mayores logros del camarada Kim Jong Il es el haber defendido el socialismo, el supremo interés del país, la nación y conducir la Marcha Penosa y la forzada hacia la construcción de una potencia socialista.

Tras el deceso inesperado del Dirigente Kim Jong Il el 17 de diciembre de 2011, el pueblo coreano enalteció a Kim Il Sung y Kim Jong Il como eternos Líderes y se movilizó resueltamente para materializar el legado de estos manteniendo el kimilsungismo-kimjongilismo como eterna ideología rectora.

Ensalzó como máximo dirigente del Partido del Trabajo de Corea, el Estado y las fuerzas armadas al camarada Kim Jong Un, único y fiel heredero de las ideas y la causa de Kim Il Sung y Kim Jong Il.

El pueblo coreano unido firmemente en torno al camarada Kim Jong Un, se esfuerza tesoneramente para cumplir las tareas presentadas en el VIII Congreso del PTC y lograr una nueva victoria en la causa socialista.