La historia de Mun Chung Nyo, madre de 12 hijos (10 de ellos adoptados)

En el barrio de Minhung, municipio de Moranbong de la ciudad Pyongyang, vive una mujer con 12 hijos. Se llama Mun Chung Nyo, patriota benemérita socialista.

Triste arriada de la Bandera Roja del Kremlin, 1991

En la década de 1990, – cuando desmantelaron el socialismo y restauraron el capitalismo en casi todo el mundo y Corea se encontraba en la marcha penosa y la forzada, en una pésima situación debido a las maniobras del imperialismo para aplastar y aislarla – ella, que tenía 2 hijas, supo por boca de su esposo, de varios pequeños sin protección de los padres. Sin demora, ella acudió a llevar a casa a 4 huérfanos, con el deseo de liberarlos de la desgracia. Poco tiempo después, vino de nuevo con otros 6 a casa, convirtiéndose de este modo en la madre de 12 hijos.

Les puso nuevos nombres, en traducción de su deseo de verles crecer como auténticos pilares de la patria.

De un momento a otro, su familia se transformó en objeto de alegría y orgullo de toda la aldea y centros laborales, familiarizándose con muchas personas. A veces, muchos desconocidos, sin identificarse, la visitaron y procuraron brindarle algo de ayuda de la vida.

Corea resiste bajo la Bandera Roja

Ello sirvió de motivo para que la mujer Mun tomara la firme decisión de corresponderse a aquella atención y confianza de la sociedad y del colectivo con la mejor asistencia a los pequeños.

Cumplió bien las tareas en su puesto de trabajo y realizó muchas obras loables en beneficio de la sociedad y el colectivo, aunque criaba 12 hijos. Es más, nunca dejó de ser espejo para ellos.

Por eso, todos los hijos solicitaron el ingreso en el Ejército Popular de Corea y después de desmovilizados, se consideran como ejemplares de sendos centros laborales. Ella es ya abuela con muchos nietos.

Sus hijas, Sin Yun Byol y Sin Yun Hae dicen:

«Estoy casada, tengo a mi propio hijo y pienso a veces en cuántos sufrimientos y costos tuvo mi madre para criar a 10 niños huérfanos. Quiero enorgullecerme en voz alta ante todo el mundo de mi querida madre quien dedicó toda su vida a criarnos.»

«Gracias a la atención afectuosa con que nuestra madre nos atendió y cuidó para protegernos del frío o calor, crecimos felices sin conocer lo que es la tristeza de huérfanos. En adelante, al igual que mi madre, procuraré realizar muchas cosas loables en beneficio de la sociedad y el colectivo.»

La madre Mun Chung Nyo confiesa:

«No sé con qué palabras expresar la alegría de ver a mis hijos crecidos cumplir bien las tareas y llevar la vida dichosa. Me queda sólo un deseo de que todos ellos sean fieles al estimado Mariscal y trabajen siempre con abnegación para abrillantar nuestra patria

Su amor a sus hijos se agranda aún más con el paso del tiempo.

 

Voz de Corea

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