¿Qué traerá la Cumbre Japón-Francia a la región Asia-Pacífico?
El pasado día 9, el premier japonés Kishida llegó a Francia en la primera escala de su gira por los países miembros del G-7 y sostuvo una cumbre con el presidente Macron.
Al explicar en esa ocasión el propósito y objetivo de la nueva estrategia de seguridad nacional, presentada en diciembre del año pasado bajo el pretexto de la «amenaza» proveniente de los países vecinos, él ensalzó a Francia como «socio importante e indispensable para convertir la región de India-Pacífico en la libre y abierta».
Insistió en fomentar sosteniblemente la colaboración sustancial, inclusive los ejercicios militares conjuntos con el país europeo, ya que son «inseparables» la seguridad de Europa y la de India-Pacífico.
Así quedó comprobado que el objetivo de la presente gira de Kishida está en conseguir el apoyo de los países miembros del G-7 a la nueva estrategia de seguridad nacional que consiste principalmente en el ataque preventivo y el aumento de gastos militares.
En su contenido y carácter, la estrategia en cuestión es un guión de enfrentamiento en que la existente política de «defensa exclusiva» pasó a ser la de ataque preventivo y guerra.
La sociedad internacional evalúa que al tomar la decisión de poseer la «capacidad de contraataque a la base enemiga», el país isleño se ha quitado de su máscara de «Estado pacífico».
Puesto que se agrandan cada día la preocupación y veto de los países vecinos a dicha estrategia de Japón, éste recurre al viaje internacional para pedir el apoyo de los países que comparten la misma «concepción del valor».
Lo problemático es que algunos países occidentales traen la inestabilidad a la región de Asia-Pacífico sumándose al movimiento de Japón que intenta convertirse en una potencia militar.
El punto más peligroso es que todos los destinos de Kishida son países miembros de la OTAN.
En la Cumbre celebrada en junio del año pasado, los miembros principales de la OTAN como EE.UU., Gran Bretaña y Francia aprobaron la nueva «concepción estratégica» cuyo objetivo principal es mantener a raya a China advirtiendo sobre su «desafío sistemático a las regiones relacionadas con la seguridad de la alianza».
Es bien conocido por el mundo que la OTAN causó la escalada de tensión en Asia-Pacífico al dar a la publicidad su plan de ubicar mucho más buques de combate en esta región y tomar parte con mayor afán en los ejercicios militares con sus aliados.
En el caso de Francia, en septiembre del año pasado, despachó una escuadrilla de aviación a la región del Pacífico para el entrenamiento aéreo conjunto, patrocinado por EE.UU., bajo el pretexto de demostrar la capacidad de sus fuerzas aéreas desde el territorio nacional hasta el Pacífico del Sur.
Presionar en todos los sentidos a China al justificar el avance a la región de Asia-Pacífico bajo diferentes pretextos y ampliar constantemente las influencias sobre ella, he aquí la siniestra intención de la OTAN que extiende sus garras a la misma zona.
Lo comprueba la charlatanería sobre el problema de Taiwán, uno de los asuntos internos de China, que se ha dicho en la reciente cumbre Japón-Francia en lo referente al «cambio unilateral del fenómeno» en el Mar Este y el Sur de China.
La conducta de Japón, que cumple el papel de guía en introducir la OTAN, residuo de la Guerra Fría, en Asia-Pacífico y el proceder de la OTAN para meterse en los asuntos de esta región, siembran la manzana de discordia en esta zona donde ya están enmarañados los intereses en el tema de la historia y el de territorio, etc.
Evidentemente, ellos están tomando la opción errónea.
La región de Asia-Pacífico no es la del pasado y los países regionales observan con rigor los últimos movimientos preocupantes de Japón y las fuerzas foráneas.
La visita al extranjero de Kishida no dará otro resultado que la inquietud de seguridad en Asia-Pacífico.
Kim Tong Myong
Investigador de la Asociación de Estudio de Políticas Internacionales
12 de enero de 2023