Kim Yo Jong: “es ilógico que países hostiles declaren el fin de guerra manteniendo todo lo que sirve de detonante de guerra”
La subjefa de departamento del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea, Kim Yo Jong, hizo pública el 25 de septiembre la siguiente declaración:
Observé con atención los movimientos del círculo político del Sur de Corea, ayer y hoy, después de la publicación de las declaraciones que reflejan nuestra opinión clara y exigencia merecida.
Percibí que el ambiente de todos los círculos surcoreanos de recuperar lo más pronto posible las suspendidas relaciones entre ambas partes coreanas y lograr la estabilidad pacífica, es tan ferviente que nadie pudiera detener.
Es igual nuestro deseo.
Pienso que es innecesario que ambas partes coreanas malgasten el tiempo reprendiéndose y disputando.
Si el Sur de Corea desea con sinceridad la recuperación de las relaciones íntercoreanas y el desarrollo sano, debe meditar bien y tomar la opción correcta.
Por ejemplo, no debe conducir a una disputa N-S lanzando a nosotros las groserías con palabras como “provocación”.
Otra vez digo claramente que no podemos tolerar la pauta de doble rasero.
Es una insistencia ilógica y pueril y un desprecio y desafío abiertos a la soberanía de la República Popular Democrática de Corea la pauta de doble rasero al estilo de EE.UU. y el Sur de Corea con respecto a la RPDC, según la cual se califican de “provocación” nuestras acciones para la autodefensa para hacer frente al ambiente militar en la región de la Península Coreana y a las posibles amenazas militares, y embellecen sus acciones para la carrera armamentista como “garantía del disuasivo contra el Norte de Corea”.
El Sur de Corea no debe tratar de destruir el equilibrio de la capacidad militar en la región de la Península Coreana bajo tal insistencia ilógica y pueril, imitando a EE.UU.
Deseo que surjan como la práctica los movimientos de las autoridades surcoreanas por eliminar la parcial pauta de doble estándar y la política hostil a la RPDC, todos los prejuicios y las expresiones verbales hostiles que destruyen la confianza y otras todas discordias.
Pienso que cuando se mantienen la imparcialidad y la actitud de respetarse, se pueden alcanzar el entendimiento mutuo entre el Norte y el Sur, declarar el fin de guerra significante, sin perder la oportunidad, y solucionar satisfactoriamente, en el futuro no lejano, y uno tras otro, varios problemas para la mejora de las relaciones como la restauración de la Oficina Conjunta de Enlace Norte-Sur y la Cumbre Norte-Sur.
Pero, todo esto es mi criterio personal.
También en agosto pasado hubo la recomendación a la parte surcoreana de tomar la opción correcta.
No quiero predecir que vaya a venir la brisa veraniega o la tempestad.
Declaración de la camarada Kim Yo Jong, del 24 de septiembre
En la 76ª sesión de la Asamblea General de la ONU, el presidente Moon Jae In volvió a proponer el tema de declarar el fin de guerra.
Pienso que es una propuesta interesante y buen indicio en el sentido de acabar físicamente con el inestable estado de armisticio de la Península Coreana, que se mantiene largo tiempo, y cancelar la hostilidad a la contraparte.
A partir del consentimiento de la necesidad e importancia de esa declaración que deviene la base del establecimiento de sistema de aseguramiento de la paz en la Península Coreana, la hemos discutido en varias ocasiones anteriores.
No es mala la declaración del fin de guerra.
Pero, habría que analizar ante todo si ahora es el tiempo oportuno para eso y todas las condiciones complacen con tal debate.
Resulta ilógico que los países, que eran hostiles entre sí durante más de medio siglo, declararan el fin de guerra dejándolo todo, que sirve de detonante de guerra, en la actualidad cuando persisten la pauta de doble rasero y prejuicio sobre nuestro Estado y las políticas y actos verbales de carácter hostil.
No sé si es perentorio para alguien dar lectura al texto de declaración del fin de guerra y tomar las fotos esbozando una risa a desgana, dejando intactas la existente desigualdad y las consiguientes relaciones conflictivas y hostiles.
Creo que tal declaración carente de sentido real no va a producir ningún cambio.
Para declarar el fin de guerra, hace falta garantizar primero el respeto mutuo entre ambas partes y retirar la visión prejuiciosa sobre la contraparte, la obstinada política hostil y la desigual pauta de doble rasero.
Hay que abandonar el prejuicio dual e ilógico, el vicio y la postura hostil de abogar por la legitimidad y justeza de sus conductas y calumniar persistentemente el ejercicio del derecho a la autodefensa de la RPDC.
Cuando se den esas condiciones previas, podremos sentarnos cara a cara para declarar el fin significativo de la guerra y discutir el problema de relaciones Norte-Sur y el futuro de la Península Coreana.
Para hacer enraizar de veras una paz duradera y completa en la Península Coreana, como suele decir el Sur de Corea, éste debe ponerse empeñado en preparar primero tales condiciones.
Si el Sur de Corea se separa de su antecedente de haber irritado en cualquier momento a nuestra parte acusándola injustamente caso por caso con su doble rasero y se pone cuidadoso con su futuro acto verbal en cada asunto dejando de ser hostil, estaremos dispuestos a abrir un debate constructivo sobre la recuperación de vínculos bilaterales y la perspectiva de su desarrollo manteniendo estrecho contacto entre ambas partes coreanas.
Declaración del viceministro de Relaciones Exteriores Ri Thae Song
Por su parte, el viceministro de Relaciones Exteriores, Ri Thae Song, publicó el 23 de septiembre la siguiente declaración:
En la 76ª sesión de la Asamblea General de la ONU, vuelve a flotar el asunto de declarar el fin de guerra en la Península Coreana.
La declaración del fin de guerra tiene un sentido simbólico como manifiesto político que anuncia poner el punto final al estado de armisticio de la Península Coreana que persiste largo tiempo hasta ahora.
Además, es evidentemente un problema que alguna vez, se debe abordar sin falta para avanzar en el futuro en el establecimiento del sistema de preservación de la paz.
Sería muy deseable que la paz llegara a la Península Coreana cuando las partes interesadas celebren una ceremonia tomando las fotos teniendo en la mano el texto de la declaración del fin de guerra sin ninguna fuerza de restricción legal.
Pero, la realidad a ojos vista plantea que es prematuro aprobar ese documento.
Todo el mundo conoce bien que tomaron por su blanco a nuestro país todos estos sucesos: los lanzamientos de prueba del ICBM “Minuteman-3”, efectuados en febrero y agosto de este año en la base aérea Vandenberg del estado de California en el territorio principal estadounidense, la declaración del término de la guía de misil EE.UU.-Sur de Corea, publicada de repente en mayo, y la autorización de la venta de armamentos valorados en miles de millones de US$ a Japón y el Sur de Corea.
También estamos tratando con precaución la reciente decisión de EE.UU. de transferir a Australia la tecnología de construcción del submarino de propulsión nuclear.
No hay ninguna garantía en que la declaración del fin de guerra, que no pasa de ser un papel, dará paso a la cancelación de la hostilidad a la RPDC cuando la situación de la Península Coreana se acerca a la coyuntura a punto de explosión.
No es casual que saliera ya en una parte la evaluación, según la cual es difícil comenzar ahora mismo el debate sobre ese tema porque son diferentes los intereses y cuentas de cada parte.
En el fondo de todos los problemas surgidos en la Península Coreana reside, sin excepción alguna, la política hostil de EE.UU. a la RPDC.
Las tropas norteamericanas y sus colosales propiedades sofisticadas de guerra, desplegadas en tierra, mar, aire y aguas submarinas de la Península Coreana y su contorno o en el curso de desplazamiento, y los ejercicios de guerra de diferentes títulos, que se libran cada año, demuestran que se torna cada día más brutal dicha política.
Es también un producto de la política hostil anticoreana el doble rasero típico de EE.UU. que estigmatiza de “acto provocador” la justa medida de la RPDC para incrementar las fuerzas de defensa nacional frente a la amenaza militar del primero deseoso de ocupar la segunda por vía militar y describe como “ampliación del disuasivo” el aumento de gastos militares de sí mismo y sus satélites que amenazan a la RPDC.
Mientras no se cambien el ambiente político en torno a nuestro país y la política hostil norteamericana, tampoco habrá ningún cambio aunque se declare cien veces el fin de guerra.
Por el contrario, tal declaración en medio del fortalecimiento continuo de la alianza EE.UU.-Sur de Corea dará el resultado trágico de destruir el equilibrio estratégico de la región y llevar al Norte y el Sur a la carrera armamentista interminable.
Lo evidente es que aunque fuera declarado el fin de guerra, esto no pasaría de ser un anuncio virtual mientras prosiga la política hostil anticoreana de EE.UU., obstáculo más grande para ese fin.
Todos los hechos comprueban que no estamos todavía en el momento de declarar la conclusión de guerra.
Hay que ver correctamente que esta declaración no ayudará en nada en la actualidad a estabilizar la situación de la Península Coreana y puede ser mal usada como cortina de humo que encubre la política hostil de EE.UU.
Ya hemos expuesto oficialmente nuestra posición de que el anuncio del término de guerra no es un “regalo” para alguien y puede convertirse en un instante en papel mojado según el cambio de la situación.
La cancelación de la pauta de doble rasero de EE.UU. y su política hostil es la mayor prioridad para estabilizar la situación y asegurar la paz en la Península Coreana.
ACNC