El 8 de febrero de 1948 es un día significativo en que el Ejército Revolucionario Popular de Corea se reorganizó en el Ejército Popular de Corea, fuerzas armadas revolucionarias regulares. Con motivo de esta efeméride todos los militares y civiles coreanos evocan con gran emoción al gran Líder Kim Il Sung que logró la obra de la construcción de las modernas fuerzas armadas regulares en corto tiempo después de la liberación del país.

En agosto de 1945 el Líder presentó la línea de construir un ejército regular integrado por los hijos e hijas de los obreros y campesinos y otros sectores del pueblo trabajador.

Fundar el ejército nacional regular no era solo la demanda indispensable para la construcción de un Estado soberano e independiente sino también una labor apremiante en condiciones de que los imperialistas norteamericanos intentaban con frenesí convertir la Península Coreana en su colonia desde el primer día de su ocupación al Sur de Corea.

En la situación de entonces, para lograr ese objetivo había muchas dificultades y obstáculos. Escaseaban cuadros militares y políticos dotados de ciencia y técnica militares avanzadas y no existía ni una base material y técnica para asegurar las armas y equipos bélicos.

En estas circunstancias Kim Il Sung orientó constituir con las propias fuerzas del pueblo coreano, a pesar de toda clase de pruebas y dificultades que se crearan, un ejército revolucionario regular, tomando como su armazón a los veteranos combatientes templados en el fragor de la guerra antijaponesa.

Con miras a resolver el acuciante problema de cuadros para constituir las fuerzas armadas regulares, tomó la iniciativa de fundar la Escuela Central de Cuadros de la Seguridad, centros de formación de cuadros militares de las fuerzas aéreas y navales y centros de entrenamiento de cuadros de la seguridad.

Prestó especial atención a reforzar la educación ideo-política en las escuelas militares y políticas. Considerando que la superioridad del ejército revolucionario estaba en la elevada determinación ideo-política de los militares, pretendió que ellos encarnaran la infinita fidelidad a la revolución, el fervoroso amor a la patria y el pueblo, el implacable odio hacia los enemigos, el indoblegable voluntad, el espíritu de confiar en su propia fuerza, la unidad entre oficiales y soldados y entre militares y civiles, la camaradería revolucionaria, el estilo popular del trabajo, la consciente disciplina militar y el orden de vida revolucionaria manifestados por los miembros del Ejército Revolucionario Popular de Corea.

Se interesó también en el reforzamiento del entrenamiento y la adquisición de los adelantos científicos y técnicos militares de acuerdo con las condiciones del país. Recalcó que la instrucción militar se debía hacer a estilo coreano como en la época de la lucha armada antijaponesa, y sugirió la necesidad de no aplicar dogmáticamente el reglamento y manual militares de otros países sino fijar incluso el plazo de enseñanza en consideración de la condición real del país para así formar en corto tiempo gran número de cuadros competentes. Su entusiasta guía dio lugar a la formación en corto lapso de cuadros militares y políticos necesarios para la construcción de las fuerzas armadas regulares.

Kim Il Sung concedió profunda atención a dotar al ejército con equipos modernos. Aun en la situación difícil del país, tomó medidas para crear una base productora de armas y destinar máquinas a la fabricación de armas. Así se preparó la base material y técnica para modernizar al ejército.

En virtud de sus incansables y dinámicos esfuerzos se hicieron todos los preparativos para constituir las modernas fuerzas armadas regulares.

El 8 de febrero de 1948, en la ciudad de Pyongyang tuvo lugar el primer desfile del Ejército Popular de Corea desarrollado como una fuerza armada revolucionaria.

Tras pasar revista a las filas de la parada, Kim Il Sung pronunció un histórico discurso “En ocasión de la fundación del Ejército Popular de Corea” en el cual proclamó el nacimiento de las fuerzas armadas regulares.

Este evento fue un triunfo brillante de la idea Songun creada por el Líder, y del lineamiento militar autodefensivo que se nutre de esa idea. Con ello se realizó de modo brillante la tarea de la construcción del ejército en la Corea liberada y esta, como un Estado soberano e independiente, llegó a tener fuerzas armadas revolucionarias capaces de defender con firmeza la seguridad del país y la soberanía nacional de la agresión de cualquier enemigo.

Más tarde, el Ejército Popular de Corea defendió fidedignamente la soberanía y dignidad de la nación derrotando al imperialismo norteamericano que alardeaba de su “supremacía” en la Guerra de Liberación de la Patria y frustró todos los intentos de agresión y arbitrariedades de las fuerzas imperialistas.

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Las sempiternas hazañas del Presidente Kim Il Sung para la construcción del ejército, que se mantuvo inalterablemente por el General Kim Jong Il, brillará para siempre junto con el luminoso porvenir de la causa revolucionaria del Juche que avanza victoriosamente bajo la dirección del Máximo Dirigente Kim Jong Un

Naenara