EE.UU. interviene abiertamente en los asuntos internos del Sur de Corea

En vísperas del vencimiento del Acuerdo General sobre la Seguridad de la Información Militar Sur de Corea-Japón (GSOMIA por sus siglas en inglés), se hace más fuerte la presión de EE.UU. sobre la parte surcoreana.

Los funcionarios interesados de los Departamentos de Estado y Defensa de EE.UU. llegan uno tras otro a Seúl para obligar la revocación de la decisión de cancelar el acuerdo. A esta campaña se suman el Congreso y hasta la embajada estadounidense en el Sur de Corea.

Abogando por la «colaboración de seguridad Sudcorea-EE.UU.-Japón» y la «importancia del compartimiento de informaciones entre los aliados», EE.UU. impone al Sur de Corea el mejoramiento de vínculos con Japón en distintas ocasiones como la sesión de la comisión militar Sudcorea-EE.UU., abierta el día 14, la reunión consultiva anual de seguridad del día 15 y las conversaciones ministeriales de Defensa EE.UU.-Japón-Sudcorea, celebradas el día 17 en Tailandia.

En 2016, la traidora Park Geun-hye pactó con chapucería el GSOMIA para salir del atolladero en que había caído debido al escándalo político y para alargar su precaria vida política con el apoyo de las fuerzas extranjeras.

Ese documento vendepatria y peligroso hace vista gorda de los crímenes del pasado de Japón y alienta la ambición de reagresión de este enemigo jurado.

Por ser inútil para la estabilidad de la Península Coreana y la situación regional, fue rechazado ya desde la etapa de debate de concertación como «segundo tratado de 5 puntos de Ulsa«.

En agosto pasado, fue condenado por fin a la quiebra ante la fuerte demanda de los habitantes surcoreanos que se pusieron indignados ante la tergiversación de la historia y los actos de agresión económica de Japón.

Sin embargo, EE.UU. interviene abiertamente en los asuntos internos del Sur de Corea obligando a sus autoridades rendirse ante en clan de nipones. Este hecho deja conocer en claro para quién sirve el polémico acuerdo.

El intercambio de informaciones militares entre el culpable histórico Japón y su víctima Sur de Corea habría sido imposible si no hubiera un control y mandato de EE.UU. porque encarna el delicado problema de la historia y el de relaciones con los países vecinos.

EE.UU. viene esforzándose mucho por posibilitar la firma del GSOMIA y su mantenimiento a fin de atar a sus dos sirvientes, que se llevan muy mal, a la cadena de alianza militar tripartita, utilizarlos para la implementación de la estrategia de hegemonía mundial y, en particular, conseguir las «informaciones militares medulares sobre el Norte (de Corea)» para atropellar a la RPDC.

En contraste, EE.UU se hacía el desentendido de la medida de sanción económica de Japón sobre el Sur de Corea, describiéndola como «asunto bilateral».

Los hechos dejan conocer la siniestra intención de EE.UU. que para sus intereses militares, no vacila en convertir el Sur de Corea en colonia económica de Japón.

Bajo el amparo de su amo gringo, Japón se porta con más arrogancia.

En la reciente encuesta realizada en el Sur de Corea, la abrumadora mayoría opinó a favor del vencimiento del acuerdo en la fecha prevista mientras se alzan en los mítines las voces de rechazo a la presión injusta de EE.UU.

Ahora, las autoridades surcoreanas se hallan en la disyuntiva de arrodillarse ante la presión de las fuerzas ajenas o aceptar la exigencia de la opinión pública.

Ellas deben tener presente que podrán cometer un tremendo e imperdonable crimen antinacional si toman una postura cabizbaja frente a Japón rendidas ante la presión de EE.UU.

(20.11.2018 ACNC)

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