Seguiremos invariablemente por el camino de la revolución

Muchos días después de que falleciera el Presidente Kim Il Sung, un miembro del Buró Político del Comité Central del Partido expresó a Kim Jong Il que era hora de celebrar un acto para elegirlo como máximo dirigente del Partido y el Estado.

Este rechazó la propuesta en un tono severo. Los lamentos fúnebres no deben transformarse jamás en las aclamaciones, afirmó y añadió:

“El único deber de los comunistas es dedicarnos a la revolución, sin importar el cargo que ocupemos. Siempre me he considerado un soldado del Líder y como tal soy fiel a su causa revolucionaria, lo fui cuando él vivía y lo seguiré siendo invariablemente aunque ha fallecido”.

Tras un momento de reflexión, recordó a su interlocutor a Jruschov y otros revisionistas que desacreditaron seriamente la obligación moral de los revolucionarios, diciendo:

En la época de Stalin, Jruschov lo elogiaba como “eminencia inmortal”, se autodenominaba su “discípulo fiel” y exclamaba más que nadie “¡Viva Stalin!”. Pero a su fallecimiento, ocupó el máximo cargo del Partido y el Estado por medio de la conspiración, lo difamó con calificativos como “dictador cruel” y “tirano” y, so pretexto de oponerse al “culto a la personalidad”, ultrajó las hazañas alcanzadas por él en la construcción socialista de la Unión Soviética y en el período de la Gran Guerra Patria. Los revisionistas contemporáneos acaudillados por Jruschov quitaron el nombre de Stalin a la así llamada ciudad, fábrica, empresa, koljoz, sovjoz y avenida, destruyeron sus monumentos y hasta perpetraron el vergonzoso acto de sacar su cadáver de la Plaza Roja e incinerarlo. En lo que se refiere a atacar a la persona de un líder precedente y suprimir sus hazañas, los socialdemócratas contemporáneos superaron a los primeros. Si estos se disfrazaban por regla general con los principios de Lenin en el ataque a Stalin, los segundos hasta se quitaron esa máscara para desacreditar y calumniar mordazmente no solamente a Stalin, sino además a Marx, Engels y Lenin.

Rememorando esta dolorosa historia, continuó con tono firme:

En lugar de devanarnos los sesos con las elecciones, debemos pensar solamente en cómo preservar y llevar a feliz término la causa revolucionaria del Juche iniciada por el Líder. Seguiremos invariablemente por el camino de la revolución desbrozado por él y concentraremos todas nuestras fuerzas en la materialización de su causa.

Naenara

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